Seguramente este personaje al que tanto le temían, era un monumento de alguna tribu que ya no habitaba en el lugar, pero como no se animaban a acercarse para ver bien de que se trataba, solo podían divisar un rostro serio y que inspiraba mucha autoridad.
Un cierto día, en que se desató una terrible tormenta, el tronco cayó al lago y en ese momento las ranitas pudieron ver con claridad, que era solo un tronco tallado que ningún daño podía hacerles. Se rieron mucho de los temores por los que habían pasado y comenzaron a jugar con él y usarlo de trampolín para sus zambullidas en el lago.
Moraleja: Lo que por ignorancia atemoriza, a veces es sólo digno de risa.
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